13 de Diciembre.
-¿Por qué se negó a leer la carta de su mamá?- me preguntó el Doctor M. esta mañana, antes de que pudiera preguntarle por Gretchen. -Es imposible que siga ignorando su existencia…
-Es lo mismo que me decía el Mago, Doctor. Para él la mayoría de mis problemas tenían un origen y un destino edípicos, el deseo de acostarme con mi mamá y las ganas de matar a mi padrastro. Y como rara vez le hablaba de ella, suponía que Maggie, María José, Helena e incluso él mismo, jugaban en mi existencia el rol de la madre. Pero a mí me resulta imposible reducir mi problemática a la relación filio-maternal. Me acuerdo de lo que al respecto decía don Carlos, comentando la moda que atravesaba la Escuela de Filosofía, donde todo el mundo se había puesto a escribir una novela: "Es lo único que nos faltaba. Ahora, en cuanto alguien se siente capaz de manejar la pluma, comienza a contarnos su infancia y los malentendidos que vivió con su mamá". Yo, Doctor, no quiero caer en clichés lamentables.
-De acuerdo- convino el Doctor M. -Pero le recomiendo un poco más de consideración con esa pobre mujer. ¿O piensa que el hecho de tener un hijo encerrado en un hospital psiquiátrico es algo divertido?
-Tiene razón, Doctor- reconocí. -En cuanto salga de aqui iré a verla para pedirle perdón. Y después escribiré un intertexto en el que ella será la protagonista. Lo llamaré Madre/Montaña/Jazmín y lo escribiré en intertextualidad con La Madre de Gorki, La Montaña Mágica de Thomas Mann y La Comarca del jazmín, de Oscar Castro.
-Usted se dispersa demasiado- dijo el Doctor M., descontento…