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Intertexto y plagio

 

 
(La Sociedad de los Hombres Celestes, Tomo II, p. 249-255)

 



-Pero dígame, ¿quién va crear la Nueva Escuela?
-Usted y yo. ¿No le gustaría, como Fausto, inclinarse sobre una retorta con la esperanza de modelar un nuevo homúnculo?524 Además, si acepta ser mi primer discípulo, se asegurará, por lo menos en un comienzo, el primer puesto de la clase…
-¿Está loco, Doctor? Lo único que pretendo es ser escritor. Dígame: ¿qué ocurrirá con la novela cuando los centros psíquicos de los novelistas estén bien equilibrados?
-Dejará de existir, naturalmente. La novela es el producto literario más representativo del ser humano en su estado actual de subdesarrollo psíquico y social, ya he tenido la ocasión de decírselo.
-Sin embargo usted me dijo en otra oportunidad que mi delirio era una especie de novela interiorizada y que yo saldría de mi enfermedad en la medida en que pudiera textualizarlo, escribirlo, transformarlo en una "verdadera novela"…
-Sí, pero de la misma manera que la exteriorización del pus cura un abceso… Es ese goteo mental perpetuo de sus asociaciones e imágenes, esa maraña inextricable de sus emociones y deseos aquello que se expresa en la mal llamada "creación" novelística. Precisamente, a guisa de creación, los escritores, sobre todo los de nuestra época, no hacen más que transcribir todo tipo de frases, tomadas preferentemente en libros antiguos, para combinarlas entre ellas y componer así un libro nuevo.525
-¡Doctor, usted acaba de definir parcialmente el intertexto!
-El plagio, querrá decir.
-El plagio también es un modo de la intertextualidad- me apresuré a precisar. -La intertextualidad puede tener grados, densidades diferentes. Puede ser más o menos ajustada, más o menos precisa según las exigencias del relato. A veces es mínima, apenas una palabra o una exclamación que no juegan otro papel intertextual que el de recordar el lazo entre dos textos. Pues bien, tratándose del plagio, hay que admitir que éste es el modo menos evolucionado de la intertextualidad, pues se apoya en el fraude, en el robo. Es sintomático el hecho de que hoy día son más y más los novelistas que se acusan entre ellos de plagio. Para mí esto es otra prueba de que el género novela se ha hecho estrecho, obsoleto. Usted ve: los propios novelistas se ven obligados a transgredir sus límites, aunque al plagiar recurren una vez más a la mentira, al engaño.
-Los novelistas no quedarán muy contentos si le oyen decir eso. Y van a acusarlo, a su vez, de ser el más diabólico de los plagiarios.
-Se equivocarán, como siempre. El intertexto no plagia, no engaña pues es consciente de sí mismo, habla de sí mismo, se anuncia abiertamente exhibiendo sus referencias intertextuales. En cierto modo, rinde homenaje y hace revivir a textos inactivos, de los cuales propone una nueva lectura, inédita, original. El intertexto es el camino que permite volver al cauce de la literatura auténtica. Es lo que hizo Joyce con Homero en su Ulysses o, mucho antes que él, Dante con Virgilio en su Divina Comedia o Virgilio en su Eneida con Homero. La literatura genuina es, ante todo, comunicación, relación de unos textos con otros. Cierto, el intertexto moderno es tanto más factible cuando se apoya en un fundamento tecnológico especialmente adecuado: el computador, la escritura electrónica. Y aunque el más prodigioso de los computadores es el cerebro humano, el computador electrónico es un auxiliar precioso para escribir un intertexto. Por eso no puedo aceptar la máquina de escribir que me ha traído Wagner.
-¡Ay, señor Fausto! ¿Por qué habéis guardado silencio tanto tiempo y no nos revelasteis antes estas cosas?-526 ironizó Wagner. -Le aseguro que el modelo de máquina que se le ofrece es el más apreciado por los novelistas que han sido tratados en este hospital.
-Precisamente, Wagner. Una máquina de escribir mecánica es útil para escribir novelas, de la misma manera que la física de Newton es útil para explicar los fenómenos de la mecánica tradicional y no los que conciernen al átomo o a la luz. Como le recordaba al Mago durante mis cursos de psicoanálisis, estamos en la época de la relatividad. La intertextualidad es algo así como la relatividad aplicada analógicamente a la literatura. Y la escritura electrónica (y por ende, la lectura electrónica) su soporte material por excelencia. Ahora, así como la invención de la imprenta por Gutenberg favoreció el tránsito de la epopeya en verso a la novela en prosa, el computador favorecerá el paso de la novela -monotextual, monolingüe, monotemática- al intertexto -politextual, políglota, politemático. Por otra parte, como intentaba explicárselo hace algún tiempo, el intertexto podrá ignorar alegremente a los Editores Celestes, en la medida en que cada escritor intertextual tendrá la posibilidad de componer, imprimir y enviar electrónicamente su texto a quien quiera. La Edición Celeste existirá siempre, pero en cuanto lujo inesencial. Y los libreros -casta hoy día aplastada por las Novelas Celestes que se acumulan sin venderse en las librerías al lado de los best-sellers prefabricados por los Editores Celestes- recuperarán su espacio vital gracias al libro electrónico. Y cuando la técnica de impresión electrónica se haga más sencilla y sea posible pasar de la impresión electrónica a la impresión sobre papel fácilmente, participarán ellos mismos en la edición de libros. Los clientes-lectores podrán pedir cualquier título y obtenerlo de inmediato, sea sobre soporte electrónico, sea en papel… o ambos. Se acabarán los títulos agotados y los no vendidos. La literatura entrará así en un nuevo período de auge, volverá a ocupar el sitial que era el suyo antes del advenimiento del cine y de la televisión. Sí. La literatura volverá a ser uno de los faros de la inteligencia humana.
-Usted habla como un pedante, como un cura.527- se irritó el Doctor.-Escúcheme bien, señor sábelotodo, porque lo que voy a proponerle no le será ofrecido dos veces528: abandone sus pretenciones intertextuales e inscríbase en mi Escuela. Será Ayudante Superior a los…
-Doctor, le ruego que no siga adelante. Me parece haber oído algo similar en mi vida, hace ya muchos años… Me ofrecieron ser General de la República, Cirujano General, Psicoanalista Particular, Médico Revolucionario, Hombre Celeste… Como usted ve, hasta ahora siempre he resistido a la tentación del Demonio.
-Por eso es que le va tan mal en la vida- rió de buenas ganas Wagner. -Si se hubiera dejado seducir por un verdadero diablo, si hubiera escrito verdaderas novelas, sería rico y famoso como tantos novelistas latinoamericanos. En vez de eso, helo aquí, internado en el Hotel Dios.
-Pongámonos serios, por favor- protestó el Doctor. -Se diría que están escribiendo el testamento de Fausto.529 Yo sólo quería conducirlos hacia la Luz…
-¡Luz! ¡Memoria y Luz! La humanidad fáustica hace inmensos progresos…530 Cada hombre, incluso cada niño que inicia el camino del conocimiento es, en cierto modo, un nuevo Fausto. ¡Doctor! Se lo pido encarecida, humildemente: deme el alta. Ya estoy sano, archicurado gracias a su atención. Déjeme salir de aquí. Necesito recuperar mi libertad. Sí. ¡Libertad!, mi única, insustituible vocación.
-Las recaídas son una constante de las psicosis- me previno el Doctor, con el ceño fruncido. -Le aseguro que su novela le traerá aun muchas sorpresas.531
-Mi libro no es una novela- corregí, una vez más. -Es un intertexto. Pero si recaigo, la próxima vez trataré de vivir mi delirio en términos de Divina Comedia. Imagine un momento mi proyecto: en vez de ser Fausto, seré Dante. Y Margaret será Beatrice. Y usted, Virgilio. Y daré al intertexto la forma de una pirámide, dividida en tres partes, como el poema dantesco. La primera, la base, será la más extensa y oscura y corresponderá al Infierno. La segunda, más clara, al Purgatorio y la tercera, la más breve, rápida y elevada, al Paraíso Terestre, mientras que el vértice de la pirámide se limitará a señalar, modestamente, el Paraíso Celeste. Además, escribiré ese intertexto en varias lenguas, entre otras razones para escapar del imperio de la Lengua Celeste, imperio favorecido por el monolingüismo que caracteriza a la novela.
-¡Bravo! Bravo! ¡Cada vez mejor!- se metió Wagner. ¿Podría decirnos cómo van a ser traducidos sus intertextos políglotas?
-Los intertextos no se traducen, Wagner. Los intertextos se re-escriben en otras lenguas, incorporando nuevos juegos intertextuales según lo requieran y permitan las nuevas lenguas utilizadas. Así, el traductor cesará de ser un simple transcriptor de textos y pasará a ser un escritor de un nivel comparable al del autor original.
-Decididamente, como le decía el Mago, usted no tiene remedio- el Doctor meneó la cabeza, resignado. -Le recuerdo que La Divina Comedia es muchísimo más compleja que todos los Faustos juntos. Temo que su recaída sea gravísima e irrecuperable. Explíqueme, ¿cómo va a firmar sus libros? ¿Dante, Goethe, Marlowe…? ¿No le parece que es un poco presuntuoso de su parte? ¡Un poco más y se toma por Dios!
-Son los novelistas quienes se toman por Dios- protesté. -Ellos están convencidos de que al "crear" sus personajes se conducen como Dios al crear el mundo. Ni más ni menos. En cambio el autor intertextual, al reconocer explícitamente los textos de otros escritores, relativiza su proprio ego. Los Novelistas Celestes  -ensalzados por los Editores Celestes y los Críticos Celestes por razones de Comercio Celeste- tienden a autodivinizarse. Y al mismo tiempo ignoran o desprecian a sus proprios congéneres. El autor intertextual, por definición, tiende a ser múltiple, anónimo, respetuoso de la obra de los demás y por ello, necesariamente modesto. En todo caso, mucho más modesto que un novelista.
-Bueno. En fin. Aunque preferería guardarlo algún tiempo más en el hospital, le doy el alta- suspiró el Doctor.
-De cualquier modo, estoy seguro de que no se aburrirá sin mí. Y puesto que ha hablado de testamento, quisiera legar a Wagner –además de la máquina de escribir- una farsa que tiene lugar en el Castillo de Mefistófeles. Con esta farsa le demuestro que la intertextualidad puede aplicarse a todas las formas literarias, tanto a la literatura narrativa, como a la poesía y al teatro. La ambición dominadora, usurpadora y devoradora de la novela, que pretende engullir todos los géneros literarios, es reemplazada en el intertexto por un lazo, a la vez virtual y explícito, entre todos los textos escritos después de la invención de la escritura, cualquiera que sea su género o su lengua y esto respetando rigurosamente su identidad… Dígame Wagner, usted que ha hojeado mi testamento, ¿como lo encuentra ?532
-Tan perfecto, Señor, que humildemente le ofrezco mi vida en cambio de su amor por mí-533 bromeó Wagner. -Si usted me lo permite, quisiera presentar su farsa en la capilla del Hotel Dios. Los novelistas internados en nuestro hospital sentirán el interés que hay en introducir en el relato árido de un descubrimiento literario, un poco de vida, de carne viva.534 Sólo temo que la Bruja Superiora lo censure, pues la farsa podría ser considerada como una pieza ‘pornotrágica’.
-No será el caso.  Voy a convencerla yo mismo-  aseguró el Doctor, sentándose frente a su escritorio para firmar mi alta. -Y bien- me dijo aun, tendiéndome un papel-, ahora puede interrumpir su intertexto con una sola frase…535
-Gracias, mil gracias Doctor. Siento el alivio que sus palabras traen a mi alma-536 me incliné para tomar la hoja de salida…

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