(La Sociedad de los Hombres Celestes, Tomo I, p. 198-199)
…Delirio o novela, da igual. Si al Doctor M. mi historia de la Sociedad de los Hombres Celestes le parece delirante, tanto peor. Si él cree que estoy loco, tanto mejor. Como dice Wagner, no hay un lugar más apropiado que éste para inventar un género literario post-novelesco. Hoy día el Interno apareció con un montón de libros. Tras ponerlos sobre mi escritorio, me dijo con fingida amabilidad:
-Aquí tiene con qué entretenerse, señor postnovelista. Sor Sofía, la bibliotecaria, le envía estos libros para demostrarle que su intento de revolucionar la novela está pasado de moda. Según ella, ya lo ensayaron sin éxito los más audaces escritores europeos del siglo XX, comenzando por Unamuno y sus ‘nivolas’, siguiendo con Joyce y su discípulo, Samuel Beckett, prosiguiendo con los surrealistas Breton y Soupault, seguidos por Nathalie Sarraute y los escritores del ‘Nouveau Roman’, en especial Butor y Robbe-Grillet, sin contar con los snobs del ‘Roman Tel Quel’. ¡Todos han fracasado! Imagínese usted, simple paciente de un hospital psiquiátrico… En cambio, gracias al ‘boom’ latinoamericano, la novela sigue viva y coleando, más vigorosa que nunca. Mi trabajo de Interno y los enfermos como usted, Don Fausto, no me dejan el tiempo para leer todos estos libros que le he traído, pero le aconsejo que no pierda el suyo en empresas inútiles. Si no, en vez de Don Fausto, vamos a tener que llamarlo Don Quijote.
-Preferiría discutir con la monja bibliotecaria y no con usted, Interno. ¿Sor Sofía no le dijo que el ‘Nouveau Roman’ y el ‘Roman Tel Quel’ no representan ninguna revolución novelística? El único aporte válido de esos movimientos consiste en haber señalado la decadencia de la novela como género literario. Pero llevaron la narrativa francesa a un callejón sin salida. En cierto modo, el ‘Nouveau Roman’ y el ‘Roman Tel Quel’ no son más que variedades postreras y desvitalizadas de la novela tradicional. O, dicho en francés, les nouveaux romans ne sont que les églantines du rosier -jadis plein de force et de beauté- du roman du XIXe siècle. En cuanto al ‘boom’ latinoamericano, éste no es más que el ‘canto del cisne’ de un género moribundo. Sin embargo hay algo de verdadero en lo que usted dice. Tras la tentativa cervantina de Unamuno y aquella homérica de Joyce, son los escritores de lengua francesa -el irlandés Beckett y la rusa Nathalie Sarraute entre ellos- quienes más han trabajado para hacer evolucionar el género novelesco. En cambio la literatura hispánica tiende a recaer hoy día en la novela de caballería, en la novela de capa y espada o en el ‘polar existencial’, a la americana. Es lamentable. Nada extraño, entonces, que uno de los más grandes escritores latinoamericanos -Jorge Luis Borges- nunca haya escrito novelas, género por el cual sentía un tácito desprecio, dando su preferencia a las microficciones.
-Estupendo, Don Fausto. Sus conocimientos huelen a azufre- se mofó Wagner. -Para evitar que los humos se le suban a la cabeza, le aconsejo salir a pasearse por el parque de la clínica…